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A veces, los directivos pierden la cabeza y despiden a su personal con extrema ligereza. En otras, no se atreven a echarle a la calle pese a que haya sobrados motivos.
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A veces, los directivos pierden la cabeza y despiden a su personal con extrema ligereza. En otras, no se atreven a echarle a la calle pese a que haya sobrados motivos.